A partir del siglo IX d.C., se estableció en Europa occidental un sistema
político, social y económico denominado Feudalismo.
La causa de la aparición del fenómeno del feudalismo está en la
descomposición y división del Imperio carolingio. Los reyes que
sucedieron a Carlomagno eran débiles y no pudieron gobernar sus territorios y
garantizar la seguridad de sus súbditos frente a amenazas exteriores, por lo
que tuvieron que solicitar la ayuda de hombres armados de la nobleza (condes y
marqueses) y del clero. A cambio de la ayuda prestada a los reyes por
estos grupos de privilegiados, el monarca les otorgaba una serie de favores y
honores, especialmente la concesión de un feudo (territorios y propiedades). De
esta manera los “señores feudales” se convertían en delegados del rey, pero
poseían gran autonomía. Los campesinos también entregaron sus tierras a los
señores poderosos (nobles y eclesiásticos) a cambio de su protección. De este
modo se establecieron unos pactos y relaciones de dependencia personal que
dieron lugar al fenómeno del feudalismo
El feudalismo por ello se define como en un contrato o una
cadena de lealtades entre un señor y un vasallo que genera derechos y deberes
entre ellos. Crea lazos de dependencia y exige fidelidad entre las dos partes
para no romper el contrato.
Dicho contrato o pacto entre señor y vasallo se sella o hace efectivo
mediante una ceremonia o ritual público “homenaje” en la corte del señor: el
vasallo arrodillado ante su señor declaraba su voluntad de ponerse a su
servicio y el señor tomaba luego sus manos, simbolizando la protección y
mediante un beso sellaban la alianza. El vasallo luego realizaba un juramento
sobre la Biblia y finalmente el señor entregaba un objeto que simbolizaba la
entrega del feudo (normalmente una porción pequeña de tierra).
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